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miércoles, 26 de septiembre de 2012

martes, 25 de septiembre de 2012

¡Fuera!


¡Fuera!

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En definitiva son muchas las razones para que sintamos la absoluta necesidad, a nombre del país como un todo y de cada uno de quienes lo habitamos y nos duele su destino, de salir de este régimen de autoritarismo militar y desempeño delictivo. Volver a enumerarlas puede parecer ocioso a estas alturas, pero en lo personal siento el deber de la reiteración, mientras haya quien aún arrastre dudas acerca del compromiso consciente de votar y del significado de participar en esa gran acción colectiva de higiene nacional, con la que habremos de recuperar cuanto ha sido degradado, envilecido, desvirtuado y saqueado por la barbarie gobernante.

Un simple vistazo a la prensa obliga a comenzar con el tema de la violencia y la inseguridad, incluida la reactualización de casos de torturas infligidas por miembros de organismos del Estado que la practican de rutina. Una evidencia de la vulnerabilidad ciudadana y la subvaloración oficial de la vida humana, la tenemos en el hecho de que a las salas de emergencia donde sólo llegaban heridos de riñas o accidentes, ahora ingresan centenares de seres abaleados, y los familiares han devenido en deudos que en morgues abarrotadas reclaman los cadáveres de esas víctimas, cuyas muertes no parecen importar al Gobierno que reparte armas a manos llenas. En relación con la corrupción bastaría preguntar acerca de los dirigentes y otras figuras del proceso: ¿Dónde y cómo vivían?, ¿qué de las mansiones de lujo adquiridas en años recientes aquí y afuera, de contado y en efectivo?, ¿en qué clase de vehículos andan?, y ¿qué decir de sus abultadas cuentas en dólares en otros países, denunciadas y jamás desmentidas? A veces el mundo se nos reduce a una mínima dimensión de poblado ruinoso, con todas las implicaciones que ello conlleva. Se nos achica el ámbito respirable por las cosas que suceden, las que nos hacen, y las que erróneamente inducimos o dejamos suceder. Más allá de la afirmación de que la salud es un derecho, y de que ella debe ser expresión concreta de un estado de satisfacción de las necesidades básicas individuales y colectivas, constituimos hoy una suerte de sociedad de sobrevivientes en medio de un sistema de salud en las peores condiciones. Padecemos una dolorosa y persistente combinación de una patología epidémica que es noticia en sus frecuentes brotes, con otra, igualmente propia del subdesarrollo, que es estable y forma parte de una triste rutina de mal vivir.

Nos asiste el derecho de declararnos hartos del tosco comandante, del uniformado que es en sí mismo una mentira consuetudinaria en función de lo que le impone su ambicioso narcisismo. Así mientras se esfuerza en aparentar estar recuperado de su divulgada enfermedad, resulta mal disimulada su petición de conmiseración hacia él.

Constatamos además una objetable indolencia, pues durante su mandato han fallecido varios venezolanos ilustres, de valiosos aportes en los campos del arte, la ciencia, la literatura y otros, sin la más mínima expresión de duelo del jefe del Estado, a nombre del país afectado por tales pérdidas.

La enumeración de perversiones da para más, pero me voy a permitir cerrarla con la mención de la ruina de valores esenciales de nuestra educación y nuestra cultura, revertidos en materia de burda manipulación por personajes elementales que juegan a ser ministros y tratan de hacernos creer que lo son, sintiéndose más importantes cuanto más crasa es su ignorancia y mayor su servilismo. Insisto en sentir como válido y justificado nuestro decidido empeño en salirle al paso a tal involución, pues caso contrario la dimensión de nuestros pensamientos y decisiones creativas corresponderá indudablemente a la de un país hundido en un deplorable atraso. 

sábado, 1 de septiembre de 2012

¡Juicio popular a Ramírez!

6to Poder Edición Anzoátegui, 02 al 09-09-12 / Caracas - Venezuela
Leocenis Habla Claro - Leocenis García

(Cruda realidad)
Señor ministro, he pensado mucho antes de escribirle, quería dejar apagar la rabia que hay en mi ser al ver la  desgracia por la que atraviesan decenas de venezolanos, que fueron puestos como paja, hechos cadáveres, uno sobre otro, para finalmente ser presentados como números.  No son ya venezolanos, sino un número de muertos y heridos.

     Debo ser sereno pero muy sincero, aunque sin ánimo alguno de insultos u ofensas personales.  Que usted siga siendo presidente de Pdvsa y ministro a días de la tragedia es una insolencia.  Algo aún más infame y repugnante es que usted no hubiese presentado, motu propio, la renuncia.  Nadie, incluso los más allegados a usted, pueden convalidar lo que ha dicho el Presidente.  No es verdad que la canalla lo ataca a usted y que deba, en consecuencia, sentirse orgulloso.  Usted merece ser puesto en la plaza pública y juzgado por los familiares de las víctimas, porque esos que murieron no son gente a las que hay que poner placas, que rescataron Pdvsa, y toda esa paja absurda y asquerosa que ustedes han convertido en propaganda.  No, señor Ramírez, esos son víctimas de usted, el émulo de caco más grande que ha tenido este régimen.
     Usted sabía desde 2010 la situación operativa de las refinerías, terminales y otras instalaciones petroleras  de Pdvsa que venían generando preocupación tras una serie de incidentes y fallas en la seguridad industrial.  En los últimos dos años el Complejo Refinador Paraguaná (CRP), uno de los más grandes del mundo y con capacidad para procesar cerca de 945 mil barriles diarios de crudo, ha sufrido explosiones de calderas, apagones parciales y totales e incendios que habían afectado las operaciones en las refinerías Amuay y Cardón.
     Y sobre el estado de las instalaciones, José Bodas, secretario ejecutivo de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros (Futpv) había indicado ya el año pasado que "la no inversión en mantenimiento  en general ha ocasionado que se arriesgue la vida de los trabajadores.  Hay incendios en separadores de crudo, caídas del flujo eléctrico, y otros incidentes en los que se corre peligro.  Y esa situación no es solo en el CRP" (Declaraciones a Ernesto J. Tovar* / El Universal (Venezuela ) - 08/06/11).
     Los problemas de seguridad industrial no eran exclusivos de Paraguaná.  También en Anzoátegui hay instalaciones en tierra así como barcos y lanchas que no tienen aire acondicionado ni detectores del nocivo ácido sulfíhidrico (conocido como H2S).  Un informe de PCP (seguridad de Pdvsa), en manos del cronista, da cuenta de cuatro personas que, trabajando con crudos mejorados, sufrieron un envenenamiento por H2S porque los obligaron a laborar pese a que se habían  quejado porque no tenían los equipos de protección adecuados.
     En fin, usted ha ido preparando el colapso total de Pdvsa, usted prostituyó la industria, Pdvsa es hoy una pocilga, un campo minado, donde los trabajadores van como el soldado que va a la guerra, sabiendo que una explosión lo puede alcanzar, que sobre él ronda el peligro de muerte.  El grosero abandono de las labores de mantenimiento ha ocasionado que equipos que deben revisarse cada dos años ya hayan durado hasta tres sin ningún mantenimiento.  La memoria y cuenta 2010 de Pdvsa explicaba que el sistema nacional de refinación tuvo ese año un promedio de utilización de su capacidad de 66% en 2009.  En el caso del CRP, la media alcanzaba 71%, en un periodo en que las fallas del sistema eléctrico afectaron en general a la industria petrolera.  Estamos hablando de hace dos años.
     Usted lleva hoy decenas de muertos sobre sus espaldas.  Son suyos.  Y usted debe estar preso.  Ya la campaña de mentiras agotó su caudal.  Usted es el asesino, el incapaz.  En las condiciones más precarias las noticias vuelan.  Se filtran por los intersticios más delgados, por grande que sea el esfuerzo que se desplie-
gue, no hay manera que se pueda evitar que la gente conozca lo que debe conocer.  Ya lo sabemos, usted es un asesino.
     Ay de usted, señor Ramírez, cuando este pueblo lo tome en sus manos y le exija cuentas.  Ay de usted, cuando esos cuerpos que hoy son cenizas inspiren la rebelión de los trabajadores de Pdvsa.  Ay de usted cuando esté en una plaza pública ante el pueblo.  Yo sé, que este es un pueblo noble, pero ninguna sociedad  se construye sobre la impunidad.  ¡Cárcel a los asesinos del pueblo!  ¡Abajo los corruptos!  Ni olvido ni perdón.